
Jannik Sinner inscribió su nombre en la historia del tenis el domingo al derrotar a Carlos Alcaraz por 4-6, 6-4, 6-4 y 6-4, consiguiendo así su primer título de Wimbledon y su cuarto Grand Slam. De esta forma, se convirtió en el primer italiano en ganar el prestigioso torneo y reavivó una de las rivalidades modernas más emocionantes del deporte.
Hace apenas un mes, Sinner sufrió una desgarradora derrota ante Alcaraz en la final del Abierto de Francia tras tener tres puntos de partido. Pero en Wimbledon, cambió el rumbo, poniendo fin a una racha de cinco derrotas consecutivas contra el español y reduciendo su historial a 8-5.
Sus partidos son más que simples contiendas: son duelos de alta tensión de potencia, fineza y agallas. Desde peloteos desde el fondo de la pista que parecen clásicos del Pong hasta tiros espectaculares que desafían la física, Sinner y Alcaraz se están impulsando mutuamente, y al deporte, a nuevas cotas.
Mientras Alcaraz deslumbra con creatividad y carisma, la serena intensidad y precisión de Sinner lo convierten en una fuerza imparable. Su dinámica les ha permitido ganar siete Grand Slams consecutivos, lo que indica un cambio de guardia.
Si se mantienen sanos, esta rivalidad podría definir la próxima década del tenis masculino. Y a juzgar por la batalla del domingo, los aficionados se preparan para una era de clásicos inolvidables.
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